(el autor de este enredo, enredando en Atenas entre monedas y sellos)
Llega a mis manos la carta que un amigo de mi amiga envía a una amiga suya, correo que, con permiso de todos los presuntos implicados, transcribo tal cual, sobre todo porque está redactada por mí:
““Entre amigos no hay ofensas que agravien largo tiempo. No pasa nada, salvo las huellas de arañazos que, irremediablemente, quedan un tiempo sobre la piel del corazoncito de cada uno.
En los últimos años, he escuchado, en varias ocasiones, la teoría de la superior velocidad de sus circuitos cerebrales y conexiones neuronales en boca de mujeres fuertes y presuntamente independientes y autosuficientes. Sin ir más lejos, una de mis hermanas la esgrimió, hace pocos días, ante su maridito lindo. Del otro lado del género humano, mi mismísimo padre, persona de trato difícil y en ocasiones desagradable, solía decir: "Cuando fulanito va, yo he ido y he vuelto tres veces".
En lo que a mí concierne, en esta etapa de mi vida, prefiero vivir la vida en "tempo moderato" que, como bien sabes, es un movimiento intermedio entre el "andante" y el "allegro". Hace unos meses, una mujer con la que tonteaba un poco me dijo:
- Es que yo trabajo en tres pistas a la vez...
Mi respuesta, formulada con respeto y afecto, fue como sigue:
-Por eso será que estás siempre dispersa y difusa...Trabajar simultáneamente en tres pistas es bueno para el circo, pero no deseable para vivir en paz consigo mismo.””
Por mi parte, desconociendo qué cosas acaecieron entre esa pareja de cuerpos y almas, uno mujer y otro hombre, no me queda más remedio que sacar a relucir las viejas dudas que abrigo sobre la posibilidad real de que una persona hombre y otra persona mujer quienes, tiempo atrás, compartieron sexo, puedan transformar su relación de escalofríos y relámpagos en otra de simple amistad.
Y no se diga si uno de ellos mantiene encendido el rescoldo de su amor hacia él o hacia ella ¡Sería preciso tener en las venas sangre de horchata!