(fotos del autor en La Habana)
Asistí hace poco a un sarao literario en la Casa de América.
Una señora de buen ver se me acercó y, amablemente, dio origen a este breve diálogo:
—Me han dicho que usted escribe.
—Sí, señora.
—Y... ¿desde cuándo lo hace usted?
—Pues... más o menos desde que aprendí la cuatro letras. Empecé yo solito, juntando las letras de los rótulos de los comercios de la calle que me nació. A escribir me enseñaron los libros que, a hurtadillas, tomaba de la biblioteca de mi padre.
—Bien, bien, aprueba la bella dama, y... ¿de qué tratan sus libros?
—Señora, mis relatos tratan de lo que está escrito en ellos, es decir, del amor, de las mujeres y de la vida y de mis cosas.
La dama sonrió, deslizó en mi mano izquierda un papelito con su número de teléfono y se marchó balanceando sus caderas al ritmo del mar Caribe.
De vuelta al hotel, sucumbí a la tópica tentación de preguntarme, ¿qué se necesita para escribir? ¿inspiración o talento?
Faulkner vino en mi ayuda cuando recordé que escribió:
—“El escritor sólo necesita tres cosas: experiencia, observación e imaginación".
Un servidor, en su modestia, vuelve y vuelve en su escritura a la esa patria irrenunciable que es la infancia.
Rilke, creo que en su precioso librito “Cartas a un joven poeta”, aconseja así:
“Y aun cuando usted se hallara en una cárcel, cuyas paredes no dejasen trascender hasta sus sentidos ninguno de los ruidos del mundo, ¿no le quedaría todavía su infancia, esa riqueza preciosa y regia, ese camarín que guarda los tesoros del recuerdo? Vuelva su atención hacia ella. Intente hacer resurgir las inmersas sensaciones de ese vasto pasado. Así verá cómo su personalidad se afirma, cómo se ensancha su soledad convirtiéndose en penumbrosa morada, mientras discurre muy lejos el estrépito de los demás. Y si de este volverse hacia dentro, si de este sumergirse en su propio mundo, brotan luego unos versos, entonces ya no se le ocurrirá preguntar a nadie si son buenos”.
En resumen, tener algo que decir, a ser posible algo que te haya conmovido, y escribirlo con buena letra, lisa y llanamente.